Al estilo de Raymon Queneau, Joan-Lluís Lluís escribe la misma historia de 123 formas distintas.
El resultado es un recital de celebración de la lengua catalana: de sus distintos registros, de la literatura que le ha dado carácter, de la belleza que atesora y de la plasticidad infinita que manifiesta en un juego de espejos.
Lluís publicó por primera vez el libro en el 2010. Trece años más tarde y otras ediciones más, la editorial ànimallibres propone hacer un libro ilustrado y entonces el libro, de repente, gana otra dimensión. Pero que las ilustraciones no os engañen, como la buena literatura, Chocolate a la taza no tiene edad.