Y un año más, ha pasado la Feria de Frankfurt con las carreras de siempre, los reencuentros felices y los intercambios de lecturas inexcusables. Citas que no duran ni veinte minutos, cócteles por la tarde -cada año más escasos-, cenas de trabajo y pocas horas de sueño. También ha habido alguna subasta pero este año había más "hot titles" (leáse "grandes títulos") que en otras ediciones y eso dió más juego a los editores y, esperemos, más diversidad cultural. En general, nos llevamos una buena impresión: los editores coincidían en que habían visto libros interesantes, después de algunos años de verles a todos un poco decepcionados.
Naturalmente, ha sido la feria más politizada para los editores y agentes catalanes, pero esta ya es otra historia. Una historia que tal vez el año que viene o el otro, agentes y editores venderán y comprarán para entender todo lo que pasa en este rincón de mundo.