No sé si alguna vez os han contado un cuento protagonizado por una rama. Normalmente, las ramas tienen un papel muy discreto en los cuentos, pero un buen día hubo una que decidió romper con todo, empezando por el tronco que la aguantaba: ¡crac!, se desprendió del árbol e inició su camino.
Vivía en el valle del Silencio.